Exposición
Camila A.
En 2015, impartí una palestra en Natal y, al llegar, había una chica en el aeropuerto esperándome. “Me gustaría enseñarte una cosa”. Hacía poesía con códigos. Eran varias hojas de poesías concretas con lenguaje de programación. “¿Qué te parece?” “¡Es maravilloso! ¡Precioso! Vamos publicarlo en el blog”. Y me dijo: “Sabia que serias la única a apoyarme. Todos me dicen que estoy destruyendo el código.” Eso me marcó porque, en el blog, las mujeres se sentían libres para tratar de tecnología y programación como se les daba la gana.